Apuntes del día

19 noviembre 2007

La Mañana

Son las 6:30, estoy parado en la esquina esperando la micro, ya está claro pero no se divisa a casi nadie, la micro no pasa, miro hacia la otra calle y la micro del segundo recorrido que pasa por mi casa tampoco se ve, a lejos varias personas caminan hacia mí, en unos minutos somos más de 10 los que esperamos, algunos mirando hacia el norte otros hacia el oeste, pasan micros vacías, pero van en dirección contraria.
Al fin aparece, subo y camino hasta el final no, no hay ningún asiento libre, nunca lo hay, 4 paraderos más allá la micro está repleta, el quinto antes del tramo largo sin detenciones es ignorado, ya no cabe nadie más aquí.
Bajo atropelladamente y atropellado por lo demás, el río sucio y maloliente, que cruza esta ciudad me saluda, algunas gaviotas buscan algo en sus orillas, sobre el puente varios vendedores de café, sopaipillas (tortas fritas, que la gente come con ají) vocean con desgano (o sueño) sus productos, camino unos metros más allá del puente a los paraderos de los buses troncales, quedo frente a la cordillera casi sin nieve, aún el sol no despunta pero su luz ya ilumina el cielo.
Subo a un bus, es articulado y los giros que dan se sienten más pronunciados al final del pasillo, está casi vacío, rápidamente atraviesa el centro de la ciudad, algunas personas caminan hacia sus trabajos, callados cabizbajos, con caras de sueño y de enojo, ¿Porqué seremos así? llego a la Alameda, bajo, y camino hacia el metro, el sol ya esta llegando al borde de los cerros desde el oriente, yo me sumerjo en el metro, por fortuna en la dirección que yo tomo no va mucha gente a esta hora, faltan ya 5 minutos para la siete de la mañana y saco plata del cajero automático, lo justo para el día, no me gusta andar con demasiado dinero en los bolsillos, tomo el carro del metro y observo, todos callados, algunos durmiendo muchos con audifonos escuchando musica, una estación más adelante suben muchas personas atropellandose, para entrar, a pesar que el carro esta casi vacío entran dandose empeñones, se sientan apurados incluso en los asientos señalados para personas invalidas o mayores si alguien asi aparece, nadie hace el ademan siquiera de levantarse, el letrero, es sólo un chiste cruel.
Llego a mi estación bajo, tomo la escalera mecánica por el costado derecho, a la entrada a ella hay un letrero por el costado izquierdo camine, por el derecho suba sin moverse, nadie hace caso la escalera viaja con todos detenidos, total si el letrero de los asientos no es respetado ¿Porqué este tendría que serlo? Salgo del metro doblo a la derecha y entro a la panadería, compro dos dulces uno para mí y otro para ti (nunca sé si lo comes o lo regalas o lo botas) supongo que nunca me lo dirás, salgo y en un kiosco de periódicos compro cigarrillos (maldito, maldito vicio)
ya el sol campea por sobre las montañas y la ciudad toma un tono más alegre (algo más alegre) entro y me siento en un banco azul, los perros vagos que duermen aquí pasan ignorándome, supongo que les soy conocido, miro hacia el frente y veo los aviones despegando, algunos son veloces otros lentos el flujo es constante en 5 minutos he contado 4, (a lo mejor son más pero no los vi), miro a las personas entrar, algunas apuradas, otras más relajadas como yo, con tiempo de sobra por llegar antes, para no llegar atrasados por la locomoción, siempre son los mismos, el empleado apurado, la pareja joven el de mezclilla y mochila y ella de uniforme rojo, la dependiente de algún kiosco con varias bolsas de pan la niña apurada hablando por teléfono, sigo esperando son las 7:40 no apareces, empiezo a pensar que no vendrás, pero cuando estoy de pie y a punto de comenzar a caminar, apareces, lentes oscuros que te cubren gran parte del rostro, calzas negras ajustadas y sobre ellas una solera de dos colores, cartera y un bolso de notebook en la mano, ya no sonríes como antes (en verdad hace tan poco, dos semanas atrás)me saludas, te doy un beso en la mejilla y caminamos, te ofrezco un cigarrillo y justo en ese momento alguien grita tu nombre desde un edificio cercano, vas hacia quien te llama, conversas unos segundos y luego vuelves, te enciendo el cigarrillo y retomamos el camino, te hago preguntas, contestas en forma corta, y si no digo algo no hablas, te lo hago ver y siento que te molesta que te diga bromeando que hay días en que no paras de hablar, el camino no es corto, pero a mí se me hace así, llegamos a tu destino, te entrego el pastel que compre( ese que no se, si comes regalas o botas)te doy algo que me interesa que leas y te recuerdo un pedido, antes de despedirme te digo que es importante para mi, esbozas una sonrisa, que casi no veo porque giras la cabeza hacia la puerta, me doy media vuelta y empiezo a caminar, el sol ya brilla potente sobre esta ciudad, pero yo recuerdo cuando me sonreías, es que para mi tu sonrisa ilumina más que el sol, y me alegra. Pero hoy no, no sonríes y a mí me parece que llego el invierno en noviembre.